Batallitas Miranda

Norah Jones y un quirófano de urgencia cualquiera.

30 enero, 2023
Norah Jones, un de quirófano de urgencia cualquiera.
4.97/5 (33)

La cirugía había acabado. El paciente estaba despertando.

– Juan, Juan, me oyes? ¿Notas esto? Él pese a que no podía hablar, asintió. Insistí otra vez, ¿notas esto, seguro? Y con un hilo de voz dijo sí.

Salí rápido de quirófano. Mi jefe escribía a dos dedos ante el ordenador.

– Dice que nota. Jefe, le hemos arreglado la vida. Irá bien.

– Ojalá tengas razón Miranda.

Todo había empezado nueve horas antes…

A las ocho de la mañana empezaba mi guardia. En setiembre, en Tarragona continua el bochorno, las noches de verano y las guardia duras. En el pase de guardia mi compañero me anunciaba que quizá en urgencias había un paciente con una «posible cola de caballo». Había llegado aquella noche, él operaba, no había podido valorar al paciente.

Cola de caballo. Cola de caballo. Si quieres ver a un traumatólogo nervioso, suelta eso entre los posibles diagnósticos, como el LUPUS de House. La posible cola de caballo tenía prioridad a pasar temperaturas, y empezar el pase de la planta.

Allí estaba él, treinta y muchos, tumbado en la cama acompañado de su mujer.

Interrogué y respondió. Había empezado hacía un par de días, lumbago y desde la noche anterior no podía ir al baño. Tenía anestesiada la zona genital, solo a cuatro patas y boca abajo, mejoraba esa extraña sensación. Exploré, fuerza, sensibilidad de piernas, reflejos, maniobras específicas y esfínteres. Mis sospechas podían ser ciertas…

La enfermera estuvo presente en toda la visita. La miré y le dije:

RED FLAGS en lumbago o señales de alarma.

RED FLAGS en lumbago o señales de alarma. Por ejemplo: fiebre, pérdida de apetito, dolor en reposo, infección de orina, anestesia zona perineal. Pueden acabar con un quirófano de urgencia.

– Necesito tres tubos (preoperatorio). Sóndalo y dime cuanto sale.

Me dirigí al paciente.

– No comas ni bebas nada hasta que yo te diga. Hago una llamada y vuelvo.

Desaparecí.

Hice tres llamadas.

Secre de rayos:

-Balbi necesito una resonancia lumbar urgente. Hoy.

-Habla con la doctora.

Radióloga.

– Tengo una cola de caballo casi seguro.

-Deja que desprograme algo y te digo. A las doce del mediodía te hacemos un hueco.

La tercera llamada fue a mi jefe: Dr. Buñuel.

-Jefe, no hagas planes para hoy tarde, tenemos lío seguro. Es una cola de caballo. A las doce tiene la resonancia y lo dejo en ayunas.

Señales de alarma…

En la bolsa de orina había casi un litro de pis.

Él esperaba mis noticias. Su mujer le agarraba la mano. Les expliqué cuál era nuestra sospecha. Qué ocurriría si pasaban más horas y cuales eran los daños. IRREVERSIBLES.

– Si se trata de una cola de caballo. Si es una hernia discal que aprieta los nervios que van a la zona genital. Siempre vas a tener esa zona dormida. Se te escapará el pis y la caca de por vida. Tampoco podrás mantener relaciones sexuales porqué no las vas a poder controlar tus erecciones. Es un proceso irreversible.

Él escuchaba nervioso. Preguntaron por qué, resolví dudas. Vieron que la cosa iba en serio.

– A las doce te harán la resonancia, en cuanto la vea os cuento más. Insisto, no comas ni bebas nada. Si se confirma el diagnóstico hoy mismo te operamos de urgencia.

Un quirófano de urgencia cualquiera. Era una hernia discal voluminosa. Lo ocupaba todo.

¡Tengo una hernia discal! ¿Y ahora qué? Un símil.

¡Tengo una hernia discal! ¿Y ahora qué? Un símil.

El paciente cumplía el ayuno, preoperatorio correcto. Las enfermeras quirúrgicas estaban a punto. Anestesia estaba a punto. A las seis de la tarde entrábamos.

El ambiente era tenso, poner algo de música sería bueno, pero como una buena «DJ amateur» debía escoger algo acorde a la situación. No es lo mismo operar a las ocho de la mañana un parte quirúrgico llena de energía, que operar después de comer o de madrugada. Norah Jones fue mi elección. Era una playlist no muy larga ideal para un quirófano de urgencia.

El jefe absorto no escuchaba la música, pero notaba el famoso «ambiente estable de quirófano». El equipo quirúrgico aunó esfuerzos, el paciente se durmió con esas baladas nada azucaradas que dan paz y relajan.

Todo salió como era de esperar, buscamos el nivel a operar con control de rayos, paso a paso, y la hernia emergió ante nuestros ojos sin ninguna complicación.

Una playlist y media después, el paciente despertaba, Norah Jones lo llenaba todo.

– Juan, Juan, me oyes? Con mis guantes azules de vinilo exploraba su zona genital: escroto y glande. ¿Notas esto, seguro?

Le acababan de extubar, no podía articular palabra. Asintió mientras se quería rascar los ojos.

Insistí otra vez, ¿notas esto? Y con un hilo de voz dijo sí.

Ha dicho que sí. ESPERANZA.

Las gafas del jefe reflejaban la luz de la pantalla, a dos dedos rellenaba la hoja quirúrgica dándole a las teclas rítmicamente. Abrí la puerta de acero inoxidable.

– Jefe! Lo nota, dice que la nota. – Mientras yo me señalaba por debajo de mi vientre.

– Aún es pronto para saberlo. Tenía razón era pronto.

– Ya sé, pero si no notara, no me hubiese dicho que notaba. Seguro que irá bien. – Mis ganas de que todo se resolvieran bien eran muchas, me gustaba imaginar que esa vez, esa cola de caballo se podría resolver con un final feliz.

– Ojalá tengas razón Miranda. – Suspiró mi jefe.

Relax y helado de fresa y chocolate.

Y una vez pasada la tensión del quirófano de urgencia, nos reunimos en la sala de relax. Mi jefe se cambió, a mí y a mis compis de guardia nos quedaban doce horas de quirófano. Le abordé a salida del vestuario masculino.

-Jefe, me haces un favor cuando salgas del hospi?

-Claro, dime.

– Creo que esto se merece una celebración. ¿Nos acercas este pedido de helados? Y le pasé una lista en una servilleta de papel. (Como el contrato de Messi pero con una letra un poco más jeroglífica.)

Trabajo en Sant Pau y Santa Tecla, un hospital centenario situado en pleno casco antiguo de Tarragona o Tarraco, y delante de la puerta del hospital y del quirófano situado en la segunda planta existe una heladería deliciosa y artesanal llamada Sirvent. Sus helados son legendarios y ayudan a superar horas tediosas de guardia.

El Dr. Buñuel, nos invitó a todas a helado. Fresa y chocolate fue mi elección, soy fiel a los sabores de los helados y al mismo perfume. Después de esa ingesta de calorías y chocolate 70% la guardia sería más llevadera. Seguro.

El paciente evoluciona satisfactoriamente.

Hernia discal. Imagen de una resonancia magnética. Observa como emerge el material y se dirige al canal medular. Visión lateral.

Hernia discal. Imagen de una resonancia magnética. Observa cómo emerge el material y se dirige al canal medular. Visión lateral.

Se levantó al día siguiente, dolor controlado, empezó con dieta progresiva, la herida con el apósito impecable. Los vaciados de la vejiga eran de cero, su vejiga funcionaba bien. El pipí (esfínter urinario) funcionaba correctamente, faltan el control de esfínter anal y el tema íntimo.

Días después del quirófano de urgencia. La retirada de puntos.

Unos día después. Me sorprendió ver que el paciente, llamémosle Juan, de pie era mucho más alto que yo, tuve que levantar la mirada hacia su metro noventa. La última vez que la había visto estaba tumbado.

-¿Cómo va todo?

-Muy bien doctora.

-El tema pis arreglado, verdad?

Asintió.

-¿Y las cacas?

-Bajo control.

-Y… el resto?

En la sala estaba su esposa, la enfermera y yo. Me miré a su mujer, en su rostro ni un ápice de preocupación. Buena señal, pensé.

Él sonreía.

-¿Y el resto? Insistí de nuevo sabiendo ya la respuesta.

-El «Gran Capitán» está recuperado, en plena forma.

-Uah! El «Gran Capitán», me gusta. Ha ha ha, me encanta el mote y lo que me dices.

La enfermera lo pilló.

Su mujer empezó a reír a carcajadas medio sonrojada, medio incómoda.

La risa contagiosa y la jarana nos alegró la mañana, la semana, el mes e incluso los años venideros. Palabra.

Eso ocurrió un final de verano antes de la pandemia. Solo mis seguidores de Instagram observadores podrán atar cabos sueltos. Salud.

Batallitas Miranda. Norah Jones y un quirófano de urgencia cualquiera.

Las batallitas Miranda son un lugar de desahogo y reflexión. Una anécdota, un caso bien resuelto o una charla distendida me inspiran. Os aseguro que últimamente son uno de los últimos lugares donde puedo vislumbrar algo de fe. Hoy he querido rememorar un buen día.

Llevo más de veinticuatro años ejerciendo de médico y últimamente la esperanza y la tristeza lo invaden todo. Pacientes enfadados, exigencias y malos modos han dejado de ser una excepción para ser algo que padecemos a diario.

Ojalá todos los miembros de la sociedad, viéramos la necesidad de salvar una sanidad pública que está tocada de muerte.

Un país que es capaz de salir a la calle a celebrar una liga de futbol o una Champions pero no es capaz de defender una sanidad de calidad en las calles ha caído en el Pan y circo de los romanos. Recordad nos quieren tontos, atiktokados, bajo el yugo el algoritmo para vender. Si no nos damos cuenta que nosotros somos el producto, nanosegundo a nanosegundo estamos perdidos.

Viñeta cedida por Juan Pablo Compaired. Gracias por explicarlo tan bien en un dibujo. ♥

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Y he escrito un libro: Tengo los huesos desencajados.

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