Radiografías, test de embarazo y pastilla del día después.
Hoy te explicaré una Batallita Miranda, un relato surrealista pero real de traumatóloga. Palabra de Miranda Trauma.
En la primavera del año 2010 afrontaba la etapa final del embarazo de mi hija Rita. Embarazada trabajé hasta más allá de la semana 34.
En febrero, marzo y abril a medida que mi barriga crecía mi jornada laboral se suavizaba y prácticamente vivía en consultas. Era la responsable de la consulta de fracturas.
Solo si era imprescindible -operar un enfermo mío por ejemplo- subía a quirófano. Eso lo hice hasta el día antes de cogerme la baja, operé una prótesis de rodilla. A partir de entonces haría reposo pues unas contracciones furtivas querían adelantar el parto. Y ese no era el plan.
Una embarazada pasando la consulta de Fracturas.
En la sala de yesos, atendimos a una paciente de unos 42 años, la acompañaba una señora de unos 70 años.
Diagnóstico: supuesto esguince de tobillo grado II.
Retiramos el vendaje y observé un tobillo realmente muy hinchado con hematoma y dolor.
Como mínimo eso era un esguince de tobillo grado III o bien una fractura de tobillo que inicialmente no se objetivaba en las primeras radiografías.
Revisé una vez más las radiografías. Amplié y no apareció nada que me explicara tamaña inflamación.
Así que antes de volver a vendar para regalo -como digo yo- pedí un par de radiografías nuevas por si aparecía ante mi una fractura que inicialmente no hubiese dado la cara.
El escalofrío de la técnico de rayos…
Y yo continué con la vorágine de ahora retiro yeso, ahora compruebo si esta fractura ya enganchó. Ahora cambiamos a un yeso más adaptado. Usted está muy bien: le doy el alta. Lo típico y normal de un día de consulta.
Y así, plácidamente, pasaba la mañana.
Hasta que por la puerta de servicio (de atrás) apareció la técnico de rayos, pálida y nerviosa, y me suelta:
– Miranda tenemos que hablar.
Eso, el tenemos que hablar es vox populi que siempre va acompañado de malas noticias.
Mira ahora que me acuerdo estas fueron las palabras de mi ex-marido soltó antes de tirarme un jarro de agua fría que me cambió la vida. (Eso no tiene nada que ver con lo que explicaba… (Perdón, me equivoqué no volverá pasar…)
La técnico -de cuyo nombre no puedo acordarme… Sorry- con voz trémula me explicó que una vez realizada la radiografía de control a la paciente de mi tobillo como un botijo. Ella le soltó:
– Bueno, en realidad no sé si estoy embarazada, pero si fui a urgencias a buscar la pastilla del día después…
Y la técnico entró en bucle, es que quizá no se lo pregunté bastante asertivamente, quizá no me oyó. Es que ahora ya no sé si realmente le pregunté si estaba embarazada.
Radiología. Si usted esté embarazada…
En todos los servicios de Radiología del «mundo mundial» existen unos carteles enormes explicando que si una mujer cree que puede estar embarazada debe comunicarlo antes de realizar cualquier radiografía.
La tranquilicé. El mal ya estaba hecho. Si es que estaba embarazada…
¡Como podía ser con más de cuarenta años! Me indigné con la idea de que la paciente estuviese embarazada y peligrara la vida o salud de un embrión diminuto.
Las enfermeras que me ayudaban con la consulta lo oyeron todo. Es lo que tiene compartir una sala de curas entre tres consultas médicas.
Un sudor frío me hizo pensar en mi hija Rita -dentro de mi- y suspiré pensando que yo no me había hecho ninguna radiografía durante el primer trimestre del embarazo…
- El primer trimestre de embarazo es crucial para la formación de órganos. Es el trimestre más importante para el correcto desarrollo de un embarazo.
La pastilla del día después.
En esa época la pastilla del día después se prescribía en urgencias con una alegría ES-PEC-TA-CU-LAR. Era obligación. Y las menores acudían como Pedro por su casa.
Había meses que niñas de quince, dieciséis o veinte años venían tres o cuatro sábados al mes a por ese medicamento. La decepción que sentía yo al ver a esas «niñas» usando un método anticonceptivo erróneo era hondo.
La dosis de hormonas era mucho más alta que la famosa píldora anticonceptiva diaria… Imagina qué bomba hormonal significaba ingerir tres o cuatro veces al mes esas hormonas…En niñas.
Las enfermedades de transmisión sexual (E.T.S.) repuntaban. Eso del SIDA no iba con ellas… Y habitualmente esas «niñatas» no permitían el sermón de rigor que todo facultativo debía adjuntar junto a ese fármaco…
Esa pastilla del día después. Esa radiografía…
Me pareció estremecedor que una mujer hecha y derecha -no una adolescente- usara como método anticonceptivo la pastilla del día después. Pero no era algo que me incumbiera a mí.
Me juré a mi misma que eso no volvería a ocurrir al menos con ella.
Entraron nuevamente a la consulta.
Test de embarazo o regla antes de nueva radiografía.
La radiografía era nuevamente impecable. Pero ese tobillo pedía a gritos un seguimiento exquisito y yo no podía descartar la necesidad de repetir en quince días otra vez un par de radiografías.
Me dirigí nuevamente a la paciente:
Las radiografías han salido bien. Te coloco nuevamente un yeso. En quince días te veo otra vez. Es posible ese día deba repetir las fotos. Te explico como lo haremos: para ese día o te ha bajado la regla o me traes una prueba de embarazo negativa o no te podré hacer radiografías.
Mi paciente asintió con timidez y un ápice de bochorno. (Sabía que la técnico de rayos había hablado conmigo.)
Ese era mi modo sutil de decirle lo irresponsable del acto que acababa de ocurrir. Ahí quedaba. Eso era todo. Pues no.
¡Es que no puede estar embarazada!
Interrumpió la señora de más de 70 años.
-Soy la madre, y ella no puede estar embarazada porque vive sola.
-Señora por favor no se meta. -Le contesté yo.- Y mi cabeza se desvió del tema pensando en esa pobre mujer…
Y continué la charla sobre lo que haríamos con el tobillo. Y la señora insistió. Interrumpió otra vez.
-Mi hija no puede estar embaraza porque vive sola.
-Señora, se le ruego no haga explicarle para que sirve la pastilla del día después.
Y la hija muda e incómoda no tomaba partido ni intercedía por su pobre madre.
Y lo volvió a soltar una vez más.
-¡Mi hija no puede estar embarazada porque vive sola!
En ese preciso momento mis hormonas alteradas tomaron la situación y hablaron por mi.
Una escena de película de Woody Allen.
Acuérdate que yo estaba embarazadísima. Una panza enooorme.
¡Señoraaa no me haga explicarle -embarazada- qué ha hecho su hija antes para necesitar la pastilla del día después!
Y en ese momento me marché de la consulta. Las enfermeras que conocían mi juventud e ímpetu me felicitaron.
-Mirandaaa no has mandado a paseo a esa señora? ¡Te haces mayor!
Ese día no me reí (debía ser «mi estado») pero he de confesarte que siempre sonrío cuando recuerdo esa cómica escena y la ocurrencia de esa pobre madre.
¿Sonríes?
Esa era la misión de hoy, arrancarte una carcajada y mejorar tu ánimo. Tu sonrisa lo dice todo para mi. Gracias.
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Batallitas Miranda
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Mi última Batallita Miranda: Cachitos de corazón y dedos, historias de trauma. Una historia cualquier en de una guardia cualquiera de verano. Segur que te encanta!
P.D. Mi hija Rita nació el 2 de mayo en la semana 41 de embarazo. Fue un parto precioso. (A término, o sea cuando tocó.)
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